El fuego lo purifica todo, eso dicen. Tenía 15 años cuando la conocí. Fue mi primer amor. Todos los días recorríamos juntos aquel breve trayecto hasta la parada del bus. Luego, en casa, estudiábamos, merendábamos y jugábamos un rato. Después te ibas y yo te imaginaba. Pero aquel día tus juegos se volvieron fogosos y me hiciste perder cualquier interés por otro juego. Purificación se llamaba, y era realmente fogosa.
(CORMORAN)
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