viernes, 14 de diciembre de 2012

Que todo quede en casa

- No, claro que no queremos volver.
- Pero ¿que tontería es esa? ahora mismo a casa.
- No, por favor, abuela.
- Pero ¿por qué?
- Porque allí hay mucho ruido.
- Pues quitáis la tele y en paz.
- Es peor, entonces se oyen gritos.
- ¿Que gritos?
- Los de papá y luego se oyen portazos y luego mamá no cena y luego papá nos dice "como llaméis a la abuela, os acordáis" y luego tenemos mucho miedo y nos escapamos.
- A ver peques, poneros a jugar, que la abuela tiene que hacer unas llamadas.
desasosegada

La cicatriz

Sufrió una herida en su antebrazo que al cicatrizar adoptó la forma de unos labios. Su textura era fina y delicada. Un día, un impulso le condujo a besar la cicatriz y sintió un estremecimiento. Desde entonces, la mimaba con cariño e incluso, a veces, le aplicaba pintura de labios para que su huella permaneciera en su boca. Pasó el tiempo y la cicatriz se fue desdibujando; con rabia, tomó un cuchillo y removió con saña la herida con el anhelo de conseguir el rebrote de esos labios que añoraba.

country49


lunes, 10 de diciembre de 2012

SIN VENTANAS

Su casa era un agujero con gélidas paredes de tumba,pero, no olía a muerto, era como una madriguera de lagartos que hubiesen renegado del sol, para curarse el olfato.

Anabelmis


SIN MÁS

Notó que le crecían dos bultos en la espalada, sentía una molestia que llegaba a doler a veces, pero no extrañeza, era, como cuando te crecen los dientes, no tienes consciencia de que te falta algo y cuando llega el momento, aparecen rasgando las encías y sin más, puedes masticar cosas ricas.
No estaba muerto, sus actos no los percibía como especialmente buenos y sin embargo, se había convertido en un ángel. Anabelmis

Invierno

Las amplias avenidas desiertas, los angostos callejones amueblados con sombras cada vez más esquivas, las aceras humedecidas, los parques cerrados, los escaparates disfrazados de tiempos mejores, los semáforos regulando un tráfico imaginario, el calor ficticio de los edificios, la sucia escarcha sobre los coches aparcados, el ruido quejumbroso de esta ciudad malherida... se empeñan en borrar, sin conseguirlo todavía, los restos de magia que atesora, casi sin quererlo, esta madrugada.


Cronopio