Gozaba de una belleza intrínseca; una elegancia integrada en una naturalidad que desafiaba a la propia naturaleza. Era de una sencillez salvaje; una fidelidad divina a la sinceridad. Creo poder afirmar que se trataba de un monumento casi feroz a la pureza.
Por eso, fue una lástima que aquel copo de nieve estuviera destinado a chocar contra la hipócrita perfección del gris del asfalto
Blastocito
Muy bonito, muy equilibrado y muy lírico.
ResponderEliminar