Con el fuego de tu nombre abrigué mis tantas noches tristes. Pude esperarte de esa forma. Ahora, el agua de tu engaño me ahoga en el vacío cruel de tu ausencia sin final.
Las lágrimas, bien pensado, son saladas. Cuando recorren nuestra mejilla suelen derivar hacia las comisuras, donde, instintivamente, las chupamos con la lengua, y en ese momento de sabor salado, parte de la amargura que las provocó desaparece. A pesar de su amargura final, me gusta mucho
¡Cómo un nombre (me encanta la idea de evocar a alguien a través de su nombre) puede salvar o hundir o asfixiar o alegrar o lo que sea!
ResponderEliminarEl fuego del deseo y el llanto del engaño. Qué poco has necesitado para decir tanto. Bien, mirina.
ResponderEliminarLas lágrimas, bien pensado, son saladas. Cuando recorren nuestra mejilla suelen derivar hacia las comisuras, donde, instintivamente, las chupamos con la lengua, y en ese momento de sabor salado, parte de la amargura que las provocó desaparece. A pesar de su amargura final, me gusta mucho
ResponderEliminar@cormoran
ResponderEliminarY a mí me gusta el mr que has construido a partir de "lágrimas", cormorán, gracias ;)
@Eunuco
ResponderEliminarSí, unas pocas letras bastan para transformar tantas cosas... Por cierto, hablando de nombres, es un honor, caballero, verlo por aquí.
@veintiuno
ResponderEliminarGracias, veintiuno.
@mirina
ResponderEliminarAquí estamos, disfrutando de tu poesía. Veo que el cambio de estación agudiza tu percepción poética. Prepárate, ya llega la luna llena.
Faltan 21 horas. Y gracias por disfrutar, por lo que sea, de lo que sea y como sea, de lo que se trata es de disfrutar.
ResponderEliminar@EunucoVaya, lo de "Faltan 21 horas" era la respuesta a tu mensaje, eunuco (ya lo dije, tengo hambre y debo parar).
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