Cómicamente da saltitos alternando los pies mientras hace pedorretas con su boca sonriente. El niño lo observa con semblante serio. El hombre siente que hace el tonto y continúa su actuación con torpeza y vergüenza. Choca una y otra vez con las mismas cosas; tropieza e intenta asirse al aire, pero al no encontrar resistencia da manotazos y patadas para no caerse; al fin se enreda con sus propios pies y resbala. El niño, extasiado, ríe a carcajadas. Entonces el hombre, satisfecho, pinta una sonrisa en su boca y se convierte en payaso.
Saryle
Buen micro. Todo sea por alegrarle la vida a un niño...
ResponderEliminarGracias, Hank. ¿Quién no se ha convertido en algún momento en payaso para hacer reír a un niño? Aunque para ello debamos sentirnos "tontos" un ratito.
ResponderEliminar