Comenzó a besar ávido, jadeando, el cuello de la mujer. -No quiero despertar de este sueño. Ella murmuró: -no lo harás, cariño. En una habitación fría y blanca, una mujer contaba las gotas que se deslizaban por el tubo de plástico, tan inmóvil como el cuerpo tendido en la cama.
Hank66
Supongo que entiendes que yo lo leo perfectamente.
ResponderEliminarMe ha gustado
Tus médicos y enfermeras algún día te pedirán parte de tus derechos de autor, hank ;-)
ResponderEliminarJajaja, tienes razón, Inopio, la verdad es que el tema hospitalario da para mucho. Tengo la pierna hecha cisco, pero la inspiración no me falta. Un saludo.
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