sueño la noche
cada mañana y el día
todas las noches
Al leerlo no pude reprimir una sonrisa que sospecho que llegó a ser sonora. Había llegado a olvidar al joven que compartía el ascensor, pero cuando le miré me asustó la fuerza con la que apretaba la mandíbula. Mi temor le dio fuerzas para decirme muy bajito.
-Dame el bolso –y me mostró los dedos estirados de su mano abierta.
Sam Sa
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