Cuando salían juntos elegían "un patoso" y observaban sus torpes evoluciones entre risas y codazos.
Hoy no podía reírse, veía a "los patosos" felices, divirtiéndose con los suyos, mientras él les miraba envidioso, solo.
En un arranque de decisión se lanzó a la pista, braceó como un molino mientras los pies divergían de forma irremediable.
Entonces oyó una risa franca y vio su mano tendida hacía él.
En el abeto central se encendieron las luces de navidad.
desasosegada
Qué buen relato desasosegada. y qué potente la imagen de las luces encendiéndose con la sonrisa.
ResponderEliminarMe ha encantado. Enhorabuena.