Un toro de cada vez decía, pero esa noche intuía que haría una buena faena a la luz de la luna. La enseña labrada para el público presente. Con el torso desnudo toreó el primero. Sudoroso se permitió el doblete. A la espera de la crítica a la mañana siguiente se fué a dormir. Y soñó que era torero.
Alsquare
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¡Ole tus letras! ¡Pañuelo blanco y do oreja!
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