El hombre dudaba si ese increíble paraje se hallaba fuera de sitio o era él el que no encajaba. Se sentó junto a la cascada. Como en un buen masaje, el agua se deslizaba por las rocas unas veces suavemente y otras con más fuerza y contundencia. Bebió de ese líquido fresco y sabroso que sabía a vida. Había confiado en que aquel manantial reanimaría su alma, pero solo sació por un momento su sed. Aquella naturaleza descarada le recordaba a cada instante su soledad. ¿Qué sentido tenía el paraíso sin Eva?
Saryle
Blogged with MessageDance using Gmail
Saryle
Blogged with MessageDance using Gmail
Espero ansioso el dibujo.
ResponderEliminarYa lo puedes ver. Un saludo.
ResponderEliminar