Mis padres tuvieron dos hijas. Mi hermana, bella y misteriosa, encandiló a un rico mercader de pieles y mis padres accedieron encantados a su unión.
Enredados en los avatares boda me dejaron crecer tranquila: "ya habrá tiempo para la segunda" decían, pero el tiempo pasó y yo me marchité.
Hoy, unas extrañas convulsiones han matado a mi hermana y la tradición me obliga a desposarme con su marido, no me importa, pronto él sufrirá los mismos síntomas y yo pasaré de ser la segundona a ser "la heredera"
desasosegada
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