Entró al vagón y se sentó. De inmediato empezó a zaherir con voz gritona de borracho a la chica sentada enfrente de él. Y a emitir silbidos de una enorme flauta coloreada que portaba. Al rato, sin poder soportarlo más, me levanté y le inflé a hostias, y le rompí la puta flauta contra su cabeza emboinada. Mentalmente y debido a que estoy como una cuba, claro, porque cuando no bebo o estoy psicodélico soy un tipo tímido, más incluso que la pobre chica.
Cristina
Cristina
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