"Vete", musitó él, con un hilo de voz. Lo contempló durante un instante infinito, que resumía toda una vida llevada al unísono, plena de armonía y sin fisuras, perfectamente indistinguibles él y ella. Imposible de imaginar existencias separadas. "Te imploro". La súplica fue audible sólo para ella. Tras un eterno segundo de vacilación, se separó lentamente de él, rompiendo para siempre su vínculo innato. Y, tras descomponerse en sus componentes primigenios, se disolvieron en mundos dispares. tapia
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