La caña se dobló como el espinazo de un gato a punto de saltar. Tiré con fuerzas hasta que saqué un enorme pez con vetas azuladas en su lomo. Vi como dibujaba ondas con su cuerpo en la arena. De sus agallas se desprendían pequeñas fracciones de espuma. No sé por qué le puse nombre: Judas. Nunca debí de hacerlo. Ahora sueño todas las noches que me encuentro sumergido en un mar donde reina una oscuridad que me aterra. country49
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