miércoles, 14 de diciembre de 2011

El viaje

No mientas. Yo nunca miento, repuso. Y antes del amanecer volaron al oeste. Fugitivos del sol, siguieron viajando, siempre de noche, siempre al oeste. Dilataron sus pupilas buscándose en la oscuridad. Agudizaron el tacto a fuerza de tocarse. Se olvidaron de su sombra, complemento inútil de quien nada tiene que ocultar. Ya ancianos, sabiendo su final, se sentaron en un banco. Te dije que esta noche sería única y que nunca terminaría. Ella asintió. Fue la mejor noche de toda mi vida. Y amaneció.

Rodia


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