Amaba fanáticamente a la Navidad y a todos sus símbolos, incluyendo a Santa Claus. Pero aún más amaba a su cama. Por eso, cuando, al volver de la Misa de Gallo, se lo encontró en su cama, lo mató de un tiro. Algo apesadumbrado, apartó el grueso cadáver, recriminando a su mujer, que, casualmente, también estaba en el mismo lecho, que hubiese permitido al gordinflón usar su querida cama. Pasado el enfado, marido y mujer abrieron los regalos que el entrañable Santa había dejado junto a la chimenea.
Jajaja, muy bueno, veo que los dos nos hemos puesto de acuerdo para darle "caña" al gordo...
ResponderEliminar@Hank
ResponderEliminarEs que a algunos nos puede llegar a caer bien gordo...Sobre todo si se dedica a meterse en nuestras camas.
Saludos y (a pesar de los gordos), que tengas unos días fabulosos.
@tapia
ResponderEliminarAcabo de darme cuenta de que no había firmado este relato de grosera infidelidad (infidelidad de la cama, se entiende). Ahora ya sabéis quién es el culpable.