Prometió matarse en diciembre. "Qué mejor incentivo que la navidad", se decía. Tomada la decisión consiguió disimular su obsesión y relajarse. Ya sólo tendría que dejarse llevar; la responsabilidad le correspondía al paso de días huecos sin emociones ni hechos. Y diciembre llegó. De hoy no pasa, repetía cada mañana. Avanzaba el mes y con él su enfado, maldiciendo a la realidad por no cumplir sus planes. En Nochevieja, cuando le preguntaron por su promesa de año nuevo, no supo qué responder.
Rodia
Me ha gustado mucho. Ay, esos propósitos para el nuevo año invariablemente traicionados...
ResponderEliminarEfectivamente, amigo Hank. Yo por eso prometí no hacer promesas. Gracias por tu buen gusto, jaja... a mi también me gustan tus relatos con aroma a novela negra. Saludos.
ResponderEliminarHombre, Rodia, qué grato leerte, de nuevo. Me ha gustado mucho. Saludos
ResponderEliminarHola Gabriel. Pues sí, hacía tiempo que no encontraba inspiración, o ganas, o lo que sea que haya que tener para escribir, pero os sigo desde el anonimato. Agradecido quedo por tu comentario. A ver si a partir de ahora me manifiesto más a menudo, tanto en relatos como en comentarios.
ResponderEliminarMe alegra el verte por aquí, Rodia. Me gusta ese objetivo fulminante, como el que deja de fumar o promete cualquier otra cosa banal... como el dejar de ser un día cualquiera.
ResponderEliminarUn afectuoso saludo.
Me gusta este regreso a partir de una promesa que uno se hace y de la que uno a ratos duda.
ResponderEliminarLa realidad cumple o no los planes que se hacen contando con ella o con uno mismo.
Un saludo