Mis antepasados son árabes, a eso debo la sonoridad misteriosa de mi acento.
Serví en casas de nobles y plebeyos, de cleros y modistillas.
Franqueé el paso al novio aturrullado, a la vecina cotilla y a la tía Flora, todos los días a las 5 en punto.
Pero las palabras no somos eternas, desaparecida la función, desaparece el objeto y nos desvanecemos.
Sé que tengo poco futuro, pocos me recuerdan y pronto alguien aludirá a mí por última vez.
Por cierto, se me olvidaba decirles, mi nombre es aldaba.
desasosegada
Muy bonito micro...pero no te preocupes querida "ALDABA", por aquí, en Al Andalus, donde vivo, aún estás bien viva, sobre todo en muchos pueblos andaluces donde el timbre y el interfono aún se consideran objetos sin alma.
ResponderEliminarcountry49
!que suerte! a mi las aldabas requetechiflan, tengo fotografiadas un montón, esa campanada sorda que resuena en la casa me encantad, bueno creo, siempre he tenido timbre.
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