Se alejaba de sus pisadas en un número de escapista confeso. Quiso emular entonces al genio afable de una lámpara, y en un derroche de generosidad se concedió tres deseos, aunque no consiguió consumar el tercero. Por último, y en un alarde de locura, realizó un salto mortal sin red, sin poder comprender cómo quedó capturado por esos ojos sin límites.
Sólo por esta vez, la única en su vida en la que se había quitado el arnés. Albada
Locura para el espectador. Coraje para el "trapecista". El arnés lo donó hace muchos años al museo de bomberos: le estrangulaba el flujo de adrenalina.
ResponderEliminarun saludo.
Vaya !Que alegría! encontrar tan rapidamente respuesta a mis deseos. Me ha gustado mucho. un beso.
ResponderEliminarGracias Anónimo. La donación del arnés me parece un gesto de coraje y, por supuesto, de una dosis de locura en estos tiempos.
ResponderEliminarLos bomberos agradecieron la donación porque en las prácticas con los chavales de ESO, con los recortes presupuestarios, iban escasos de todo, incluso de personal(para una vez que hay fuego...vaya gasto tanto bombero)decían en la Generalitat.
Un saludo de vuelta.
Marga. Si te ha gustado, pues perfecto.
ResponderEliminarUn beso de sentirse en casa.