Encontró al primer ratoncito el día en que entró a vivir en su casa del campo. Preso de la compasión ecológica, lo atrapó y, con una caricia amorosa, lo soltó entre el césped. Al segundo ratoncito lo soltó sin demasiadas contemplaciones. Arrojó al tercero por la ventana abierta, aunque había un par de metros hasta el suelo. Largó de un fuerte puntapié al cuarto. Puso trampas y atrapó al quinto. Cogió tenazas, unas tijeras podadoras y se tomó su tiempo para torturarlo lenta, sádicamente...
Hank66
Hank66
Una colina de cambios afectivos ante un pequeño inquilino no deseado.
ResponderEliminarNo quisiera ser el sexto ratoncito.
Muy bueno.
Lo del sexto ratoncito ya me pareció muy fuerte como para ponerlo aquí. Muchas gracias
ResponderEliminarEs la diferencia entre uno y una plaga... Muy en tu estilo, Hank.
ResponderEliminarUn saludo.
Llámame cuando entre el sexto...tengo a Eduardo manostijeras en paro esperando superar el "trabajo" realizado en el quinto
ResponderEliminarTim Burton
¡Gracias. Sara! Eduardo Manostijeras, hummm, creo que ante la mención del personaje no habrá ratón que se atreva a entrar en casa, jejeje.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar