Este incendio provocado se me asoma a la ventanilla del coche, entre olor a humo y esqueletos de pinos espectrales.
Las nubes quieren regalar lluvia y vida, pero ni una flor estará esperando en estas hectáreas devastadas.
No habrá ramilletes para mí, ni guarida para insectos, ni pinaza para construir lechos imaginables que forrar con la manta de viaje.
El aire se ha cargado de silencio infantil en los asientos.
Un domingo de salida familiar sin flores, en un Mayo de cenizas.
Albada
Triste realidad de los bosque quemados.
ResponderEliminarPoca pena tendrá el autor de tamaño desastre, para satisfacción de no se sabe que enfermos deseos.
Enfermos deseos, o enfermos intereses.
EliminarEn un parpadeo se te lleva por delante tres hectáreas de bosque, que su buen tiempo llevó en tomar forma y color, en ser albergue de vida y aromas.
Se acerca el verano, recortes en cuidado de los bosques...habrá más silencios en los coches. Qué pena.
Un abrazo.
Respuesta valiente y vigorosa a los recortes: Resignación. Qué pena, sí.
EliminarPerdone, pero la gestión de la pena puede ir más allá de expresarla, como todos hacemos con cada emoción.
EliminarPuede incluir acciones, omisiones...
Perdón, ahora que lo vuelvo a leer ..." recortes en el cuidado", quise poner, por cierto. Debía tener hambre y me comí un artículo.
Gracias no obstante por su lectura.
Un saludo, Anónimo
No hay por qué, no obstante.
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