La risa algo ronca, de esas que nunca demuestran afecto.
Huraño, con aire militar y la mirada fría como una piedra.
A su derecha once sillas y a su izquierda un abogado, probablemente la única persona que hoy aparenta no tenerle tanta rabia.
Del otro lado, la valentía vestida de mujer, aún con horribles moretones, y una toga femenina sentada a su costado.
Al final de la sala un pasillo, la ruta que él recorrerá después de que el hombre de negro golpee su mesa con aquel pequeño mazo... de madera. EMILIO BAREIRO
Huraño, con aire militar y la mirada fría como una piedra.
A su derecha once sillas y a su izquierda un abogado, probablemente la única persona que hoy aparenta no tenerle tanta rabia.
Del otro lado, la valentía vestida de mujer, aún con horribles moretones, y una toga femenina sentada a su costado.
Al final de la sala un pasillo, la ruta que él recorrerá después de que el hombre de negro golpee su mesa con aquel pequeño mazo... de madera. EMILIO BAREIRO
Una realidad demasiado habitual ultimamente... Una síntesis muy acertada.
ResponderEliminarcoincido. Lamentablemente habitual.
ResponderEliminardeberían poner o representarlo en un spot publicitario, buen relato!!! Buena Emilio!!!!
ResponderEliminargracias Mirtha...
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