Regresó de un fin de semana campestre, bucólico y pastoril. Cuando abrió la puerta del piso, el silencio y la oscuridad le dieron la bienvenida, en todas las habitaciones los armarios estaban abiertos y vacíos, ni rastro de que alguien hubiera vivido, cuando entro en la cocina estaba huérfana de cualquier tipo de aparato. Extrañado, bajo a la portería, donde encontró un letrero hecho en tipografía gótica, aprovechado de muchas temporadas, con un lacónico: cerrado por vacaciones . No volveremos. Alfred
Alfred, somos como las hojas de los árboles, los micros ya van anunciando otoño. Un saludo.
ResponderEliminarUn saludo marga, las hojas empiezan a cubrir el camino, no hay que perderse.
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