Aún siendo cristiano viejo, no rezó porque el tiempo apremiaba. Antes o después tendrían que acostarse y descubrirían al morisco desmembrado. Pero qué Diablos, aunque lo apresaran, nadie osaría desdecir jamás la eficacia de un acero toledano para cercenar hueso de un solo tajo. Vicente Puchol
Me sigue gustando. La contundencia del acero toledano. Del cristiano viejo usándolo.
ResponderEliminarTiene fuerza.
Un saludo.
Gracias Albada, perdona el retraso en agradecer tu lectura
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