Los semblantes, serios, ahogaban toda esperanza. ¿"Existe alguna posibilidad?", preguntó alguien. "Señores, lo siento. La literatura ha muerto. Desde hace 136 años no se publica ni una sola obra nueva. Además, no hay escritores con ideas frescas, originales. Desconocemos el motivo de tan prolongada sequía". Se sentó. Aún no sabía el porqué de su propia respuesta. Con disimulo, colocó mejor dentro de su maletín el manuscrito de una novela inédita firmada por él. Maelstrom
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