Se encontró, de repente y sin sentirlo, como si una espesa nube lo hubiera captado y trasladado a otra estancia, en la cual ya no estaba su mesa escritorio de madera de ébano, heredada en diversas generaciones, de la cual era usufructuario hasta la siguiente, ni su portátil, ni su emblemática pluma, que ya no usaba, pero le recordaba cuando escribir, era una acción manual y de prestigio.
Visto así a distancia, parecía un acto en la lejanía que ya no podía volver a realizar, abandonado por su musa, la pantalla resplandecía de un blanco inmaculado, con sus márgenes de azul celeste, para enmarcar el vacio.
De nada servía culparse por el abandono, se negó a escribir lo que le dictaba al oído, por considerar que era una cosa facilona y vulgar, y ahora con ella ausente, por despecho, no podía ni recordar lo que consideraba de cosecha propia ni lo que se negaba a recoger de su dictado.
Alfred
Visto así a distancia, parecía un acto en la lejanía que ya no podía volver a realizar, abandonado por su musa, la pantalla resplandecía de un blanco inmaculado, con sus márgenes de azul celeste, para enmarcar el vacio.
De nada servía culparse por el abandono, se negó a escribir lo que le dictaba al oído, por considerar que era una cosa facilona y vulgar, y ahora con ella ausente, por despecho, no podía ni recordar lo que consideraba de cosecha propia ni lo que se negaba a recoger de su dictado.
Alfred
Tú sabes, como yo, como todos los que garabateamos letras que unos días las cosas parecen escribirse solas y otros días despues de mucho sudar relees lo escrito y te entran ganas de vomitar. !!!Que jodías son las musas cuando se vuelven esquivas!!!
ResponderEliminarReleer lo escrito, pero si no hay tiempo, tengo que poner cosas, me bulle la cabeza con tantas ideas nuevas.
EliminarPor cierto has visto a mi musa?
La he visto e incluso he intentado secuestrarla, pero la muy zorra en cuanto me descuido, se vuelve contigo, jeje.
EliminarUn saludo.
Podemos llegar a un acuerdo y compartirla.
EliminarUn saludo
Ay las musas...A ver si son espejos de unos espejismos y acaban siendo sólo una ilusión.
ResponderEliminarPero si me visita, lo sabrás.
Un abrazo.
Son una ilusión apasionante, que nos provoca una gran sensación de seguridad, en cuanto nos ponemos a escribir, esas historias tan nuestras, con las cuales no creíamos poder ilusionar a nadie, hasta que venciendo nuestros miedos, ponemos a la vista de los demás, para poder asegurarnos de lo ciertas que eran nuestras sospechas.
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