La niña que saltaba a la comba no sabía que después de la centena se convertiría en saltamontes. Así ocurrió. Ahora, la madre, pintada de jazmín, la busca entre las yerbas, mientras el padre husmea, con sus bigotes gatunos, entre las macetas. Es lo que hay cuando la familia es silvestre.
Siempre me llevo una sorpresa al leerme, gracias por esta posibilidad.
ResponderEliminarUn abrazo a los que lo hacen posible.
Inteligente contrapunto. Ha escrito una pequeña partitura de bossa-jazz. Esta frescura ventila muy bien las cabezas en esta época de calentones diarios.
ResponderEliminarGracias, Anónimo.
ResponderEliminarUn beso
La jungla del jardín.
ResponderEliminarDel jardín y de la vida.
ResponderEliminarBesos
Me gusta, es original y divertido.
ResponderEliminarGracias anónimo.
ResponderEliminarUn beso