Indolentemente, alzo mi mano para atrapar una idea al vuelo. En ese preciso instante, mil rostros se vuelven hacia mí, y sobre mí fijan sus expectantes miradas a través de un denso silencio. Intento dibujar un tímido gesto de negación. Pero sé que es demasiado tarde.
Muy bueno, además de ser un verdadero microrrelato. En cuanto a los caudillos, ¿qué decir? Si hay tanta gente que los quiere y los adora y llora su muerte, habrá que que otorgar a esos caudillos alguna cualidad o virtud.
ResponderEliminar¡Muy bueno!
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