Elegir a una persona y seguirla en su itinerario era mi mejor pasatiempo. El ritmo hipnótico y extraño de aquellas caderas me llevaron a escogerla para acabar, tras lo andado, pegado a ella en un vagón del Metro. Humanidad enlatada que desea llegar a su destino; aromas de axila y colonia barata. Mi refugio estaba entre sus perfumados cabellos y en el roce sensual otorgado por el traqueteo. El maquinista despistado provocó un violento frenazo y la pisé demasiado fuerte. Iba a disculparme pero ni se inmutó. Cuando vi recolocarse su pierna ortopédica dejé de seguirla
Sergi Cambrils
Sergi Cambrils
Jejeje, interesante ejercicio de humor negro y cotidianeidad. Me gusta tu escritura.
ResponderEliminar!Qué fácil acaba la realidad con la magia! jeje
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