jueves, 11 de julio de 2013

Ombligo, maldito ombligo

Jadeantes sombras atraviesan con cierta visceralidad mi permanencia en este presente etéreo, imagino sus presencias e insistencias en un intento suyo de dirigir mis pasos hacia un horizonte lejos de ojos naufragados y su correspondiente desmayo de espumas. Entonces, tratar de encauzar mis pasos en el somnoliento amanecer, es cuando menos complicado, como intentar descifrar un verso no escrito, y mucho más, siendo consciente o sabedor, que amanecen mis ojos como instinto y no con su lógico y necesario ímpetu por querer ver. A veces, mis adormecidas fieras lanzan desgarradoras dentelladas al día en un vano intento de trajear de rojo la bruma de su aliento. A contra luz, cuando el tigre se forma por el polvo del camino, la luz es luz y las espontáneas lineas de su cuerpo se desvanecen o camuflan, y aquel caminante que observa, teme cada paso dado, como un cordero consciente de su frágil cuello. Y sucede, que todo va sucediendo, algo obvio y terrible por su condición de cotidianidad. Un verso, pese a no estar aún escrito no tiene la condición de inexistente -sin lugar a duda- es más bien la incompetencia del caminante, que abstraído, se da la espalda a si mismo.

Ramón María

2 comentarios:

  1. Ramón, hay que ver el curro que me dan tus relatos!!!
    tengo que diseccionarlos para ir disfrutándolos por tramos.
    Me encantan esos ojos que se abren sin querer ver, esas fieras encolerizadas y ese verso de humo.
    Un saludo.

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    1. ¡Vaya! lo siento marga, puedo asegurarte que intento desenredar mis pensamientos para que sean comprensibles, pero no hay manera y menos mal que los desenmaraño de lo contrario sería imposible entenderlos, imagínate el trabajo que me tengo. Buen fin de semana marga y gracias por intentarlo

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