Llegamos como cada verano en tropel, besándonos y riendo. Cargamos con un año más, algún desengaño reciente y un par de arrugas nuevas, pero… ¿a quién le importa? Ya no somos aquellos muchachos que tirados al sol soñaban con el futuro. Hoy sabemos muchas cosas que antes ignorábamos; por ejemplo; que los veranos que nos quedan por vivir no son infinitos, que seguramente ya no seremos jamás aquellos que soñamos ser y que las cosas verdaderamente importantes, son poquísimas. Pero ¡qué demonios! Somos los mismos de siempre, dispuestos a disfrutar de nuestra mutua compañía y a brindar por todo lo que nos queda por vivir, que no sabemos si será poco o es mucho, pero es lo más importante que poseemos.
desasosegada
desasosegada
Ummm, imagino que en la parrilla de salida de REV (relatos de viajes) de la ser.
ResponderEliminarPues me gusta, muy optimista y vital. Dejémonos de nostalgias.
Suerte
Pues no la verdad, no lo he escrito para nada, sólo, por una vez y sin que sirva de referencia es simplemente que este fin de semana me he reunido con mi pandilla de verano y ha sido, como siempre, estupendo.
ResponderEliminarEn esto de la amistad, yo creo que la antiguedad es un grado.