sábado, 19 de octubre de 2013

Se despertó

Se despertó con ganas de orinar. Afrontando la oscuridad y el miedo saltó de la cama, agarró su osito de peluche y, abrazándolo, avanzó aterrorizado por el pasillo. Pensó en mamá con devoción, pero sabía que papá no le permitía despertarla. Entró al baño y encendió la luz. La claridad y el aflojar de esfínteres le brindaron un bienestar momentáneo.



Salió otra vez al pasillo y al pasar por la cocina escuchó el zumbido del frigorífico. Recordó el tarro de mermelada en su interior y entró a buscarlo. Allí estaba, pero bajo la luz blanquecina había algo más. Envuelta en una bolsa de celofán, la cabeza ensangrentada de papá le miraba fijamente.

Quiso correr, pero sus piernas estaban enterradas en el suelo hasta las rodillas. Entonces se abrió la puerta del dormitorio y entró papá. “¡Despiértate, perezoso! ¡Veamos esas sábanas, a ver si hoy están secas o mojadas!”.



El Manco del Espanto

2 comentarios:

  1. Manco ¿qué será más real: la realidad o el sueño? Como muestra tu relato, la realidad es una posible mezcla de ambos.

    Gracias y saludos.

    Alfonso.

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    1. Gracias, Alfonso, en efecto, creo que aquí la realidad y el sueño encajan como un guante, aunque el sueño vaya a su aire y desbocado, como corresponde al sueño.

      Un abrazo de El Manco.

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