Una lluvia de hojas doradas cae sobre el parque y una especie de escalofrío hace temblar las ramas lánguidas del sauce.
En el suelo, bailando en remolinos, las hojas, recorren todos los rincones; danzan de los columpios a la rosaleda y de allí a aquella falda de vuelo, sujeta precipitadamente con ambas manos.
La bufanda enrollada en tres vueltas que casi asfixia a de don Eugenio nos recuerda que el invierno asoma ya su garra helada, dispuesto a llenarlo todo con sus toses y fiebres
Y mientras yo paseo sobre las crujientes hojas, pelando cuidadosamente unas castañas asadas y pensando: “Un Otoño más, un verano menos”
desasosegada
En el suelo, bailando en remolinos, las hojas, recorren todos los rincones; danzan de los columpios a la rosaleda y de allí a aquella falda de vuelo, sujeta precipitadamente con ambas manos.
La bufanda enrollada en tres vueltas que casi asfixia a de don Eugenio nos recuerda que el invierno asoma ya su garra helada, dispuesto a llenarlo todo con sus toses y fiebres
Y mientras yo paseo sobre las crujientes hojas, pelando cuidadosamente unas castañas asadas y pensando: “Un Otoño más, un verano menos”
desasosegada
Pues a mí me encanta el otoño y el invierno, y el verano me parece insufrible.
ResponderEliminarEfectivamente, como ha venido el otoño este año, maravilloso.
ResponderEliminarMe encanta, gracias
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