Quiero rendir un homenaje a mis libros.
A aquellos que apilados en el trastero contienen a duras penas oleadas de hadas y princesas que me condujeron de la mano hacia la vida.
A los que me hicieron vivir tórridas pasiones y aventuras disparatadas, que me obligaron a ser pirata, pastora o náufraga.
A ese libro del que rescaté una frágil rosa seca, único testigo de hechos que juré no olvidar, pero que no logro recordar.
A los que me acompañaron en épocas serenas o desesperadas o tristes. A aquellos que me consolaron las largas noches de vigilia hospitalaria.
También al libro que hoy descansa en mi mesilla, esperando la noche para arroparme o a al que aún no existe y que anda bullendo en la cabeza de su futuro autor.
A todos ellos les debo muchas horas de feliz abstracción,
Sin su lectura hoy no sería quien soy, mi pasado hubiera sido más pobre y mi futuro, sin duda, más solitario.
desasosegada
Es fácil identificarse con lo que dices, Marga. .Ah, los libros, bendito poso y bendito peso, salvo a la hora de las mudanzas, ja, ja. Un saludo de El Manco..
ResponderEliminarYa veo que vamos dejando nuestras pequeñas colaboraciones en los mismos sitios. Suerte
ResponderEliminarEfectivamente compañera.
Eliminar¡Ah si se pudiera donar y recibir libros igual que se dona y recibe sangre! Yo sería un dador y receptor universal. Buena reflexión (desa) sosegada. Saludos
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