En la cortina de mi salón hay una mariquita, lleva ahí ya casi una semana. Le he puesto nombre, "Mariquita la incumplida". Me he resistido a pedirle ningún deseo, mi deseo es imposible. Me gusta verla ahí. Su capa roja brillante y sus perfectos lunares negros me dan ganas de ponerme zarcillos de color, los bigotillos de su pequeña cabecita negra y sus delgadas patillas como pinceles finos me provocan cosquillitas en la nariz cuando los pienso.
-Buenos días, Incumplida-, le he dicho hoy antes de abrir la puerta cuando ha sonado el timbre.
...Y había un inmenso ramo de flores y tras todas esas flores estaba él... Había vuelto para quedarse.
Desde aquel día, Mariquita la Incumplida nunca más se vio por casa. Entraron otras, pero ninguna como ella con sus lunares perfectos.
Mayo
-Buenos días, Incumplida-, le he dicho hoy antes de abrir la puerta cuando ha sonado el timbre.
...Y había un inmenso ramo de flores y tras todas esas flores estaba él... Había vuelto para quedarse.
Desde aquel día, Mariquita la Incumplida nunca más se vio por casa. Entraron otras, pero ninguna como ella con sus lunares perfectos.
Mayo
Esperemos que el sujeto de las flores no sea una reencarnación de la mariquita, porque entonces te podría salir rana (que por cierto es otro simpático animal).
ResponderEliminarDisculpa esta pizca de humor, aunque sea malo. Bromas aparte, es un bonito relato.
Muchas gracias, pelo-pico-pata, me gusta cómo lo has definido, "bonito".
Eliminar¡Cuac!
EliminarMiau, forever miua/young!
EliminarMe encanta la descripción de la mariquita.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias, Marga
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