Hablaba con los corales cuando algo me aguijoneó de repente. Sentí cómo el dolor se adentraba en la piel de mi cabeza.Hice el gesto de arrancar lo que fuese, pero mi larga cabellera me impedía deshacer los nudos, por desasirme del garfio diminuto incrustado.
Alguien empezó a tirar del hilo. Hurgué entre mi pelo. La fuerza del otro lado, contrarrestaba mi avance hacia una roca en alta mar. Mis manos se rasgaron contra el sedal, en un vano intento por despertar. La guerra por liberarme me extenuaba. Y me rendí.
Antes de dejar de respirar, exhausta y chorreando rabia y agua, con lágrimas que no podrán distinguir, alcancé a escuchar cómo decía alguien en la playa –“!vean! es una sirena, llamen a la televisión”.
Eso que ahora ven en el acuario, alguna vez fui yo.
Albada
Alguien empezó a tirar del hilo. Hurgué entre mi pelo. La fuerza del otro lado, contrarrestaba mi avance hacia una roca en alta mar. Mis manos se rasgaron contra el sedal, en un vano intento por despertar. La guerra por liberarme me extenuaba. Y me rendí.
Antes de dejar de respirar, exhausta y chorreando rabia y agua, con lágrimas que no podrán distinguir, alcancé a escuchar cómo decía alguien en la playa –“!vean! es una sirena, llamen a la televisión”.
Eso que ahora ven en el acuario, alguna vez fui yo.
Albada
Me sorprendes, como casi siempre, Albada. Un placer leerte por aquí de nuevo. Veo que la nostalgia nos inunda a todos. Un abrazo.
ResponderEliminarEs ese gusto por vestir otras pieles. Y sí, la nostalgia de los veranos. Por qué no?.
EliminarUn abrazo
Señores Tejedor, Albada, Hank, 21, Alsquare... Es estupendo saludarse entre viejos amigos, pero harían bien en prestar además atención a los nuevos, si desean inyectar vitaminas a este estupendo blog que últimamente da signos alarmantes de desvitalización. Un saludo.
ResponderEliminarTiene toda la razón. Hay grandes autores que apenas he leído y que merecen comentarios por su valía.
EliminarUn saludo, anónimo