jueves, 26 de mayo de 2016

Juego de espejos

Elsuc López está en la flor de la vida. Bueno, no. Es un capullo cincuentón. Es un hombre fuerte, con sutil tonsura. Bueno, no. Es un gordo calvo. Se graduó en una prestigiosa universidad privada. Bueno, sí. Tardó 15 años en conseguirlo. Al acabar los estudios, lo llamaron de un conocido despacho de abogados. Bueno, no. Su papá era amigo de uno de los socios. Gracias a su brillante currículum, gana un sueldazo. Se compró una buena casa y un todoterreno. Bueno, no. Tuvo que firmar una hipoteca para poder pagar un pisito minúsculo y un modelo grande. Francés, no alemán. El despacho decidió reorientar su estrategia. Bueno, no. La clientela se redujo cuando lo de las tasas judiciales. La crisis acabó. Bueno, no. Llegaron nuevos abogados, casi todos en prácticas, y Elsuc los asesora con acierto. Bueno, no. En su código civil hay una postal de su ídolo Naranjito. Lo que no entiende es cómo una de las nuevas ha declinado las reiteradas invitaciones de un hombre ta n atractivo y exitoso como él. Ni una mísera copa le ha aceptado la regordeta esa, seguro que menopáusica, y perpetuamente malhumorada. Bueno, no. Es esa que gana todos los casos estrella, la de la portada del último Time.
Somnus Tuus

miércoles, 25 de mayo de 2016

El violinista en el tejado

En la oscuridad, la joven pugnaba por mantener el equilibrio, intentando resistir el empuje del viento. Desde la altura, miró hacia abajo y palideció. Cuánto se arrepentía de haberse dejado arrastrar hasta allí, según él, el lugar perfecto para oír su nueva partitura. Io ti proteggerò, le había susurrado seductoramente.
-Niccolò, carissimo...
Enfrente de ella, él se retorcía agitado al ritmo de la música. La alborotada melena cubría su rostro convulso, sus dedos crispados recorrían las cuerdas del violín. Un chasquido y otro más, estremecieron la noche. A duras penas, el frágil instrumento resistía los violentos embates del arco. Con el tercer chasquido, el cielo estalló en iridiscencias amarillas y se inundó de espirales y animales multicolores, ramos de flores y seres alados. Sin dejar de tocar, el violinista se fue transformando en un diablo rojo que lentamente se elevó flotando, alta la cabeza y muy abiertos los ojos verdes.
La mujer retrocedió aterrorizada, precipitándose al vacío desde el tejado. El diablo rojo levantó el arco. Entonces, un caballo blanco voló hacia ella, la recogió en el aire y la depositó con cuidado junto a él.
-Lo vedi, amore? Io avrò cura di te...

Somnus Tuus

martes, 24 de mayo de 2016

Oro parece

Cada uno tenemos nuestra cruz, la mía se llama Doña Ramona y es mi vecina desde hace cincuenta años.
Pues bien, llevo cuarenta y nueve años teniendo que escuchar con cualquier pretexto, que es más joven que yo. Es cierto que la llevo seis meses, pero como ambas hemos cumplido los 87, la cosa no parece significativa.
Su otra monserga favorita es contar a troche y moche que mi sobrino Mariano viene a verme solo por el interés de heredarme, le duele porque ella tiene tres hijos, dos en el extranjero y uno en las nubes, que no aparecen por aquí ni en pintura.
Yo no tuve hijos y mi sobrino Mariano es la única familia que me queda. La verdad es que no tuvimos mucha relación en el pasado, pero en los últimos años viene a verme, con su esposa y su hija, dos veces al año, puntualmente.
Pese a lo que dice mi vecina jamás han preguntado por mi situación patrimonial, ni por la herencia, ni por tema espinoso alguno.
Es verdad que la hija de Maria no me dice algunas veces que cuando vivan en esta casa piensa elegir mi habitación por ser la más luminosa y tener un espejo barroco que le hace un tipo “superguay”, yo le aseguro que refleja lo que es, una princesa. A su mujer le da por el jarrón chino, “Será muy valioso ¿verdad?” yo pongo cara de entendida y respondo: “Ya en los 60, cuanto mi difunto marido lo adquirió, era una pieza de coleccionista”. Mariano, más masculino él, está interesado en el reloj de pared del despacho, siempre comprueba la hora con el suyo y dice: “No hay como la maquinaria suiza de antaño, no se mueve ni un segundo”; yo le respondo misteriosa “tempus fugit”.
Tal vez debería haberles dicho hace tiempo que tanto la casa como el mobiliario lo tengo en usufructo, porque los perdí en el maldito bingo hace unos años, pero no me parece conveniente empañar la armonía familiar con mis problemillas.
Además todo sea que por poder chinchar a Doña Ramona au nque solo sea una vez al semestre.
desasosegada