Le ofrecieron la luna y ella puso en su falda una sonrisa. Buscó escenarios, paseando por la ciudad de las consignas y se detuvo ante dos ventanas ciegas de un blanco edificio, de la calle Siesta, cercana a la Plaza de las mentiras por desentrañar.
Estuvo ahí posando hasta que un tipo le preguntó el porqué de su sonrisa. En ese momento ella dejó sus manos libres y la falda se puso a ondear ante un viento de dudas, pero el fotógrafo había captado e inmortalizado a la mujer sonriente, la de la post-realidad.
albada
Sugerente relato, donde una falda ondea como bandera de la realidad soñada.
ResponderEliminarUn beso.
Intencional ondear de la falda tras haber estado sujeta. Hay sonrisas sujetadas con alfileres, y otras que quedan en el rostro cuando lo que la produjo, se evaporó
ResponderEliminarUn abrazo