Desde la cabaña, recordaba los sueños humanos…dormía en civilizaciones arcaicas…aquí, a tres mil metros de altura, curiosamente respiraba mejor el poco oxigeno que dejaron los bienhechores…A menudo los días eran puñetazos recibidos en la geografía sensorial...buscaba soluciones al pánico y un alma compañera ¿quizá podría ayudar...? La respuesta siempre era negativa…nadie debía inmiscuirse en terreno privado…abonado de egos siniestros, ajenos a esta comarca misteriosa. No debo marchar, no hay huellas que seguir. En el camino se olvidaron las pisadas y anduvieron en la sustancia de la búsqueda y el conocimiento del ser…al presente me hallo templado y sin contratiempos… viviendo la vida…
Kim Bertran Canut.
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