Tenía razón. En el último instante, justo antes de que su vida acabara en un estallido negro y carmesí, vio a Jesús. Murió contenta, feliz. No tuvo tiempo de ver que aquel Jesús estaba tatuado en el brazo del tipo que entró en su habitación por la noche y la mató a martillazos.
Por Hank66
Un poco cruel para los que se tatúan y para los que creen en Jesús. Muy real, muy actual. Me gustó. Hank eres el ...Acá Bosé!
ResponderEliminarOye, me encantan tus micros
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegro de que te gusten. Un saludo.
ResponderEliminarQué cruel Hank.... ¡este fue antes del vermouth!. Realmente lo necesitabas para limpiar las astillas en el paladar. Cada uno ve lo que tiene en la cabeza y si murió en paz. Qué descanse eternamente.
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