Le llamaban Pep.
Con seis dioptrías por banda, viento en popa y a toda vela, abandonó el sumidero de las noches perdidas y de los llantos sin fondo, y abrió los brazos hasta donde sus dedos le permitían.
Fijó el rumbo que su corazón había decidido. Marcó las coordenadas sobre el mapa con firme presión, subió al puente de mando y, virando al este el timón de sus instintos, se hizo a la mar.
Por primera vez
Albada
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Con seis dioptrías por banda, viento en popa y a toda vela, abandonó el sumidero de las noches perdidas y de los llantos sin fondo, y abrió los brazos hasta donde sus dedos le permitían.
Fijó el rumbo que su corazón había decidido. Marcó las coordenadas sobre el mapa con firme presión, subió al puente de mando y, virando al este el timón de sus instintos, se hizo a la mar.
Por primera vez
Albada
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Albada, me quedo un poco con la duda de si esa singladura era para bien o para mal. Claro que, así, queda un texto más abierto...
ResponderEliminarUn abrazo
Original. Me ha encantado el "sumidero de las noches perdidas"
ResponderEliminarEmpezar una nueva vida... no hay dioptrías en el mundo que lo impidan si la voluntad es fuerte. Precioso.
ResponderEliminarGracias Luis.Para bien o para mal...solo el tiempo lo puede saber
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Gabriel. Hay sumideros de noches negras como la noche.Me alegre te gustase la expresión.
ResponderEliminarVenga, que la emoción de los estrenos es siempre estimulante como la adrenalina de los miedos.
Un abrazo
Simplemente Hank....GRACIAS
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