Afronta con una suave taquicardia la visión de sus libres cabellos juveniles, talle de ensueño, mirada límpida que devuelve, quizás, una sonrisa y un parpadeo, no, un posible guiño...el ritmo cardiaco y una taquipnea ya insuficientes para contrarrestar su suave cimbreo a ritmo de iPod, desbocada sucesión de sístoles y diástoles cuando ella lo roza al bajar del vagón... Sentado hasta el final del trayecto, con el corazón detenido y una sonrisa, para algunos testigos, misteriosamente beatífica. tapia
Qué bien nos haces sentir las sensaciones de ese momento que todos hemos sentido alguna vez. Saludos
ResponderEliminarGracias por apreciarlo, Francisco. (Era un corazón avejentado al que venció la arritmia...pero al menos ahí quedó la sonrisa).
ResponderEliminar¿Sería una muerte dulce? Espero que sí. Un saludo.
ResponderEliminarVaya, yo diría que sí, mj. Según dijeron los testigos, su sonrisa hacía pensar eso. Aunque seguro que sólo él lo sabe. Un saludo.
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