Siempre llevaba, al empezar el día, dos contenedores y una caja de guantes, de la talla media, y de vinilo. En el contenedor rojo tiraba las lágrimas del dolor y los suspiros que alivian, y en el amarillo, con su señal de unas tibias cruzando una calavera, aquellos sueños rotos que se han de volver a tejer. Ese recipiente, que ha de manipularse con precauciones adicionales, lo dejaba dormir bajo una talla, estéril, fenestrada e intensamente azul.
Albada
Albada
Dura profesión, sobre todo en estos tiempos. Te los auguro mejores. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por tu lectura y tus augurios tapia.
EliminarUn abrazo.
Dificil tema el trato a los sueños rotos, para intentar rehacerlos con cariño,recomponerlos con ilusión, componer un nuevo horizonte para enviarlos con garantías de poder realizarse. Un saludo.
ResponderEliminarSon los residuos más difíciles de manejar. Sin duda Alfred.
EliminarRequieren especialistas. Como las zonas minadas. No pueden manejarse, ni con buena intención, de forma imprudente.
Gracias por tu lectura y comentario.
Un abrazo.