Tenía una concepción calvinista de la vida. Dedicaba a su trabajo hasta el último pensamiento del día. Amistades y relaciones se tejían entrelazando emociones articuladas bajo el logo empresarial. Hasta que llegó el monstruo. Lo esperaba con tristeza pero sin temor, sabiendo que caerían amigos y, sin embargo, quedarían los elegidos para salvaguardar el barco hasta que los vientos se tornaran favorables.
Su mirada seguía perdida mientras el vigilante le acompañó a la salida. No había nadie más. Damadeltablero
Su mirada seguía perdida mientras el vigilante le acompañó a la salida. No había nadie más. Damadeltablero
Volverán los vientos a favor.
ResponderEliminarMe gustó cómo abordaste un tema común en estos tiempos.
Un abrazo