El pequeño tornado paseaba por la ciudad. Arremolinaba fragmentos de papel de diario y cárceles de formularios. Barajaba en los rincones hojas de geranio y anécdotas sueltas.
Amontonaba en el ángulo inferior del banco de la plaza cáscaras de pipas y decisiones caducadas; algún panchito infantil y abdicaciones de creencias.
El viento cesó de forma abrupta, dejando en el aire un silencio a punto de nieve. De un color blanco de lirio y olor a trinchera por desembarazar.
Albada
Amontonaba en el ángulo inferior del banco de la plaza cáscaras de pipas y decisiones caducadas; algún panchito infantil y abdicaciones de creencias.
El viento cesó de forma abrupta, dejando en el aire un silencio a punto de nieve. De un color blanco de lirio y olor a trinchera por desembarazar.
Albada
Me ha gustado mucho, Albada.
ResponderEliminarGracias, arrop.
EliminarUn cordial saludo.
La quietud, a la espera de la escoba, que recoja los restos de vida, impregnados en la trinchera del día a día.
ResponderEliminarGracias Alfred por hacer aparecer la escoba, que dejará libre los rincones.
EliminarPara que aniden en ellos las primaveras que anidan tras las trincheras.
Un abrazo
El barrendero, un hombre cuyo futuro no era menos frágil que las hojas que guardaba celosamente en su recogedor, advirtió un delicado papel entre los desperdicios y lo tomó entre sus manos. El título era prometedor: Cese de viento primaveral. Lo leyó y lo guardó en un bolsillo. Esa mañana, su trabajo fue más gratificante.
ResponderEliminarcountry49
Gracias country por iluminar con un texto el día de ese barrendero, que dejará libre la plaza de jirones de pasado.
EliminarUn abrazo
El barrendero, contento al acabar la faena, sabía qué ese día el viento no le iba a estropear el trabajo.
EliminarLlevándose en su carrito, flores secas, hojas, papeles, cáscaras de pipas y versos escritos en la arena del parque.
...donde los ángulos estaban libres para recibir el sol y el agua, los rayos que se escapan de luna y los balones escapistas.
EliminarGracias de nuevo. Un abrazo-
Me fascinan esos pequeños tornados, esa extraña fuerza centripeta que dota de movimiento los desmelenados residuos inertes y por un momento les hace danzar enloquecidos siguiendose unos a otros, luego vuelve la paz, la quietud, el aburrimiento.
ResponderEliminarUn beso. marga.
Es que son fascinantes. Tornados en miniatura, que vemos inofensivos, pero que nos atraen en su movimiento centrípeto cargado de cosillas.
EliminarUn abrazo marga. Soy Albada
Son bien atrayentes. Alegran el paso si vas de prisa, despiertan la tarde si estás ocioso y en cualquier momento, nos sorprenden recordando imágenes de pantalla.
EliminarUn abrazo.
Son siempre una especie de paréntesis, en efecto.
EliminarCuando acaba, el aparente caos armonioso queda en un amasijo de detritos sueltos y polvo.
Un abrazo