Se le escurrió entre las manos, como aquel pez anaranjado de la pecera que, junto a dos candelabros, adornaba el aparador de la infancia.
De forma casi idéntica, el corazón que compró para guisar, hizo un pequeño rebote justo antes de quedar inmóvil sobre el mármol. Sonando igual. Secando el sudor de su frente con el antebrazo, maldijo al gerente que se fugó con su sueldo y a su la mala suerte, por romperse el ventilador.
Albada
De forma casi idéntica, el corazón que compró para guisar, hizo un pequeño rebote justo antes de quedar inmóvil sobre el mármol. Sonando igual. Secando el sudor de su frente con el antebrazo, maldijo al gerente que se fugó con su sueldo y a su la mala suerte, por romperse el ventilador.
Albada
mientras contempla en el horno, cómo se asa el pavo, ve con un rictus de estupor como asoma una pala de ventilador, por donde se supone que todo era relleno.
ResponderEliminarEntonces le pareció, que se transmutaba en la cabeza del gerente.
A la cuarta copa del brandy, que en teoría era para flambearlo, se empezó a sentir a gusto consigo, y la cabeza cogía un tostado caribeño encantador.
La pala del ventilador había llegado allí por orden de la señora del birlibirloque, conocida como La Virgen de Fátima, quien tuvo a bien que la cabeza del cabo pareciera la de un hombre.
Eliminar¡Joder, Alfred! ¡Eso si que es sacar jugo a un comentario!
ResponderEliminarSaludos
country49
Gracias Country49, pero todo el mérito es gracias al texto de Albada.
EliminarSaludos.
No contestes, ni comentes el texto country. Es que Alfred es realmente un lujo de bailarín. No hace encadenados, a nada ni nadie. Hace de la vida un regalo, de las letras poesía y de la amistad un motivo para sentirse reconciliado con la vida.
ResponderEliminarUn abrazo country!
Un corazón inmóvil, sobre el frio marmol, es una imagen que me produce escalofríos.
ResponderEliminarUn saludo.