El futuro llega galopando, lo percibo. Sus cascos retumban en un escandaloso eco de incertidumbre y levantan una polvorienta nube de leve esperanza y de recelos. Contemplo, desde mi atalaya, el páramo del presente que me rodea, cubierto de manchas verdes de una vegetación que no sé bien si nace o muere. A mis espaldas, entre el secarral del pasado, quedaron algunas charcas de ilusiones y abundantes cactus de fantasías, apenas visibles tras la cortina de remolinos que los envuelve. Ayer o nunca. country49
Nunca, mucho me temo.
ResponderEliminarMe ha gustado tu pequeño relato distópico.
Estuve tumbada en la esterilla del pasado, mientras veía pasar las nubes del presente y, no me digas por qué, el sonido de mañana llegó en el diario de nunca.
ResponderEliminarAsombrada, le incorporé y medía un metro. La camisola me llegada al suelo y la playa era mucho más grande.
Si me permites. Un abrazo country49
Refrescante visión de mi micro, fabricado en un momento donde no sé a ciencia cierta a qué nivel se encuentra mi temperatura moral. Como siempre, aciertas en añadir la ficha de dominó que conviene.
ResponderEliminarCon permiso o sin él, un abrazo
Como siempre, el marxismo de Groucho estaba enmarañado con los cálculos de intereses devengados.
EliminarLas cifras desfilaban a la pata coja por los parquets de un Ibex volátil como la burbuja de ayer que se escapó mañana.
Un abrazo.
Me encanta cuando los micros no se cierran para siempre después del punto y alquien coge el hilo que cuelga y echa a correr con él entre las manos
ResponderEliminarEnhorabuena a ambos.