Se quedo con la mirada fija en el humo, ese humo denso que ascendía hacia el rostro que ya no veía.
Siempre le había molestado el humo, celebro como nadie, cuando prohibieron fumar en los establecimientos públicos y aún más cuando se extendió a todas las oficinas y edificios. Por eso mientras caía de rodillas, lentamente, llevándose las manos al vientre, donde el ardor era impresionante, su última visión fue para censurar el humo maligno que salía lentamente del cañón, haciendo virtuosas volutas Alfred
Siempre le había molestado el humo, celebro como nadie, cuando prohibieron fumar en los establecimientos públicos y aún más cuando se extendió a todas las oficinas y edificios. Por eso mientras caía de rodillas, lentamente, llevándose las manos al vientre, donde el ardor era impresionante, su última visión fue para censurar el humo maligno que salía lentamente del cañón, haciendo virtuosas volutas Alfred
El humeante cañón de un revólver o de una pistola.
ResponderEliminarSuerte que odiaba el humo del tabaco. Es broma. Muy bueno Alfred.
Un abrazo
Gracias Albada, siempre positiva y ocurrente.
ResponderEliminarUn abrazo.