La joven y bella streaper de aquel club de carretera detuvo su espectáculo justo antes de desprenderse de la última prenda, la más íntima, aquella que la habría dejado desnuda por completo. -Disculpen si no me desprendo de todo, perdonen que no les enseñe qué hay más abajo; no me dio tiempo a maquillarme el corazón. Los espectadores estupefactos -aves carroñeras sin el festín esperado-, miraron con desprecio aquel inocente y repentino ataque de pudor. Connie Marchante
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ResponderEliminarInteresante juego, llevando el tema de la desnudez hasta el extremo.
ResponderEliminarNada hacía pensar que le pudieran ver las facciones del corazón. De esa víscera que amaga los latidos del alma en su base de miocitos disciplinados.
ResponderEliminarMe gustó.
Un saludo.