Me viene a la memoria aquellos pliegos de recortables que mi madre me compraba en el kiosko del barrio. Con unas tijeras de adulto, que debía agarrar con ambas manos, cortaba y cortaba y a veces, en mi torpeza infantil, me llevaba por delante la bayoneta de un soldado o el asta de la bandera. Pero a diferencia de esos otros actuales y BRUTALES RECORTES, el fruto final era un espléndido ejército sobre peanas de cartón, oliendo a engrudo. country49
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